domingo, 15 de abril de 2012

¿Y quién lo dijo?

-Karel, hey... despierta- Susurraba moviéndolo levemente, provocando que él sólo gruñera -¡Despierta!- Gritó empujándolo con fuerza y él abrió los ojos bruscamente
-¿Qué ocurre?
-Abrazame
Él lo miró confuso con los ojos aún entreabiertos, por alguna razón aquello no le sorprendía, se movió torpemente y la rodeó con sus brazos, besó con suavidad su mejilla y entonces se percató de 
que estaba húmeda.
-¿Qué ocurre?
-Tengo miedo- Respondió casi inmediatamente, como si hubiera estado esperando decir eso desde hace mucho tiempo
-¿De qué?
-De que todo sea tan bueno
Al escuchar eso, Karel tuvo que aplastarse la cara contra la almohada para evitar soltar una carcajada, aquella mujer lo enloquecía en todo sentido.
-No es gracioso- Estaba irritada y mostró aquel rostro de enojo que a él tanto le gustaba: fruncía el seño, arrugaba la nariz y ponía los labios como el pico de un pato.
-Te ves hermosa- Susurró él casi sin pensarlo
-¡Karel, habló en serio!- Le reclamó alzando la voz y safándose de aquellos brazos con una fuerza que había sorprendido a Karel
-Yo también hablo en serio- Ahora él también estaba molesto por aquella reacción.
Los dos guardaron silencio un rato, ella se había sentado con los brazos cruzados mientras él había preferido curirse el rostro con las cobijas en señal de molestia.
Ella se levantó al cabo de unos minutos y fue hasta el balcón, al cabo de unos segundos Karel pudo escuchar su leve jimoteo; odiaba tanto eso, cada vez que ella lloraba era la muerte para él, 
nunca se sentía tan impotente y estúpido como cuando no lograba consolarla cuando estaba triste o, peor aún, cuando Juliette lloraba por culpa suya (entonces realmente se sentía como un monstruo)
-No fue tu culpa- Gritó Juliette desde el balcón como adivinando el pensamiento de Karel, que acababa de levantarse de la cama y caminaba despacio hacía allá.-
-¿Entonces qué fue?- Preguntó cuando hubo llegado a su lado, sentándose a su lado y recargando su cabeza en el menudo hombro de ella.
-Me da miedo que las cosas estén tan bien.
Shock de nuevo, Karel estaba tan confundido que no sabía si reír en ese mismo momento cual si se tratase de una broma o llorar al lado de Juliette.
-La verdad es que no te entiendo nada- Se atrevió a confesar al cabo de unos segundos y ella lo miró como si aquello no le sorprendiera.
-Tengo miedo porque siento que en cualquier momento reventaré de felicidad, porque hace unas horas hicimos el amor de la forma más perfecta, deliciosa y magnífica en que dos seres humanos puedes 
juntar sus cuerpos y sus almas hasta hacerlos uno solo, porque desperté y me encontré con que eras real, estabas a mi lado y eras mío, porque sé que mañana me levantaré y seguirás allí, me 
despertarás con un beso aunque yo gruña porque es muy temprano pero eso no te importará, me sacudirás por los hombros y luego me harás cosquillas hasta que yo decida levantarme de la cama entre 
carcajadas y lágrimas de risa. Tengo miedo a todo eso, siento como si contigo hubiera rebasado los límites permitidos de felicidad y la vida fuera a cobrarme eso tarde o temprano, tengo miedo a 
eso, a despertar el día de mañana y darme cuenta de que todo fue un sueño, de que no estás a mi lado... no podría soportarlo, simplemente no podría- Las lágrimas habían comenzado a ahogarla y 
tuvo que repirar -Soy tan feliz en este momento que no sé que podría pasarme si algo cambiara, si tú te fueras; la muerte sería poco comparado con lo que podría pasarme...
Aquella diea terminó por horrorizar a Karel, quien aún miraba a Juliette boquiabierto y tuvo que cerrar su boca con un tierno beso, ella se resistía así que tuvo que apretarse más contra su 
cuerpo, apenas hubo sentido esos labios sedientos de los suyos, Juliette no pudo evitar entregarse por completo, dejó de oponerse hasta que fue él quien se separó violentamente y tomó su rostro 
con ternura.
-¿Y quién carajos te dijo que en esta vida hay un límite de felicidad?
Ella se quedó callada sin saber qué responder a ello
-Y sobre todo y aún más importante, ¿Por qué crees esa tontería de que yo me iré o de que algo pasará y destruirá esto? Estamos tan acostumbrados a creer esas tonterías, a pensar que el amor 
duele, que las personas nos traicionarán, que la felicidad terminará y no es así, siempre hay una mínima esperanza de que sea diferente; yo quiero ser para ti esa mínima esperanza de que no 
terminará nunca está felicidad, quiero ser esa chispa que te haga sonreír todas las mañanas sin temor a nada y sobre todo, sabiendo que el día siguiente volverá a ser así.
Silencio, ella seguía llorando pero él conocía bien esas lágirmas nuevas, de hecho las amaba, eran las lágrimas que salían cuando ella ya no podía reír más y se tiraba al suelo, o cuando 
terminaba un libro que había disfrutado plenamente, eran las lágrimas de su película favorita y de ver reír a un bebé: lágrimas solamente de amor y felicidad.
-Lamento haberte despertado a esta hora- Se disculpó ruborizada y él besó su frente
-No importa, de todas formas estaba teniendo un mal sueño.
-¿Qué soñabas?- Preguntó ella preocupada por aquello
-Que comenzabas a pensar tonterías que no tienen ningún sentido.
Ella sonrió, no pudo evitar reír y él hizo lo mismo, al final él la besó tiernamente, tenía razón: no había porqué dudar de la eternidad de esa felicidad.

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Casi dos meses sin escribir, lo lamento u.u, estudiar una Ingeniería y llevar una vida al mismo tiempo es cosa de locos pero estoy pasando por una mala racha y aunque eso me tiene algo bajoneada, me ha inspirado a escribir muchísimo por eso creo que ya podré escribir más seguido por aquí :) he llevado a los 63 seguidores y eso me hace infinitamente feliz, se los agradezco de todo corazón... os adoro <3

domingo, 12 de febrero de 2012

Lágrimas y sangre.

Ahora se mostraba tímida y callada, qué hipócrita; su mirada reflejaba ternura e ingenuidad, incluso, por momentos podías percibir una chispa de miedo ante la mirada de alguien más, provocando que se moviera nerviosa.
Sin embargo, sólo yo sabía la verdad, sabía bien que el día de mañana se transformaría en esa arpía seductora a la espera de destrozar otra alma; porque a ella eso le encantaba, se alimentaba de ellas, jugueteaba un rato con los torpes corazones para después dejarlos caer desde lo más alto pues aquel sonido de la carne impactándose en el asfalto le ocasionaba un placer sin igual. 
Se reiría mientras otro pobre incauto le suplicaría que tuviera piedad de aquel desdichado, pero ella no se detendría, era incapaz de ello, para ella resultaba imposible hacer cualquier cosa que pudiera provocar dicha en otro ser que no fuera ella. 
Él seguía clavando su mirada en ella, sabía bien que ya lo había percibido; pero no se daría la vuelta, no se dignaría ni siquiera a mirarlo, porque ya había terminado con él y jugar con las sobras nunca le había parecido divertido. Probablemente ni siquiera recordaría su nombre y lo identificaría solamente por la fuerza de sus gritos, de ser cierto eso él sería uno de sus favoritos: recordó como se había desgarrado la garganta y junto con ella el alma suplicando que no lo hiciera, gritándole noche tras noche que se detuviera pero, sobre todo; rogando entre lágrimas y sangre que lo destruyera de una vez pero no se alejará de él.
La miró de nuevo y se preguntó qué estaría pensando ahora esa malvada criatura, en el fondo sabía bien que sólo deseaba escuchar que era en él en quien pensaba; imaginó que quizás aún no había terminado, tal vez aquella noche volvería a torturarlo y se alegró porque, al menos una vez más la sentiría a su lado. Con dolor, lágrimas y sangre, pero acompañándolo al fin y al cabo. Y eso a él le bastaba para sobrevivir.
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He estado escribiendo muchísimo pero no he tenido tiempo de subirlo, la Universidad me mantiene ocupada todo el día pero procuraré no abandonar tanto este lugar.

sábado, 21 de enero de 2012

Ojos brujos.



-Mi vida era sólo caos; estaba completamente convencida de que este mundo no era para mí, de que yo era una criatura extraña que no pertenecía a aquel espacio ni tiempo. Quería escapar más no sabía dónde ir; por todas partes me sentía la misma criatura sola y anormal. 
-¿Y que ocurrió después?
-Luego me vi reflejada en tus ojos y descubrí que, después de todo, este mundo si me gusta.

lunes, 16 de enero de 2012

No puedes decir que no.





La historia de hoy va acompañada de mi canción favorita, si la escuchan mientras leen será más bonito: http://www.youtube.com/watch?v=pDdT49tsyT4


-¿Cómo te sientes?- Le preguntó él con dulzura, acomodando su almohada.
Ella sonrió débilmente pero pronto su mirada fue invadida por la tristeza y miró por la ventana hacía la inmensidad en silencio. Él se dio cuenta rápidamente de que algo andaba mal y acarició su mejilla con dulzura, mientras Juliette cerraba los ojos, disfrutando de aquella ternura.
-¿Me dirás de una vez que ocurre?- Su voz era melosa pero podía notarse su preocupación.
Ella permaneció en silencio varios minutos hasta que por fin, inhaló un gran cantidad de aire y se atrevió a hablar.
-Durante el accidente me di cuenta de que me hace falta algo- Susurró con su dulce voz infantil.
Él se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello; por momentos se perdía en aquellos hermosos ojos verdes y se olvidaba por completo de lo que tenía en la mente. Así ocurrió durante unos instantes, sólo quería seguir viéndose reflejado en la mirada de aquella mujer que había llegado a darle sentido a todo en su vida.
-¿Qué te hace falta?- Preguntó sin poder dejar de admirarla, aún distraído por aquellas facciones que la hacían más cercana a una verdadera obra de arte que a un ser real.
-¿Prometes que me darás lo que yo deseé sin importar lo estúpido o extraño que sea?
Aquella pregunta terminó por confundir a Karel, conocía bien a aquella mujer y nunca dejaba de sorprenderlo con su ingenuidad y peculiar forma de ver la vida. A veces, Juliette podía comportarse como una niña pequeña, curiosa y siempre con ganas de jugar. Sin embargo, otras veces, se convertía en una mujer madura e irresistiblemente interesante que siempre tenía algo que decir dejándolo boquiabierto con la sabiduría de sus palabras.
Por eso cada vez que Juliette pedía algo, a Karel se le detenía el corazón unos segundos -metafóricamente- pues igual podía pedir un dinosaurio vivo que un café con pimienta o simplemente un fuerte abrazo. No importaba lo excéntrico de la petición de Juliette, la amaba y desde hace mucho estaba más que dispuesto a poner el mundo a sus pies si ella se lo pedía.
-Sabes que siempre será así.
Ella pareció satisfecha ante aquella respuesta, sonrió con ternura pero rápidamente su mirada se llenó de seducción, pese a sus pocas fuerzas se mojó los labios y le dedicó una mirada llena de pasión.
-Pues bien, quiero que me hagas el amor.
A eso se refería Karel con que las peticiones de esa mujer siempre serían todo excepto lo que él estuviera pensando sin darle oportunidad de ganar nunca. Por eso la amaba, por ser una caja de sorpresas que nunca lo aburriría, por dejarlo a diario sin reservas y boquiabierto; sin embargo, hoy esa petición resultaba la mayor locura que había escuchado en su existencia.
-¿Qué? ¿Se te olvida que te fracturaste la columna y varios huesos más?
Sus ojos se llenaron de lágrimas y él no pudo evitar sentirse culpable por hacerla llorar.
-Juliette, lo siento. No quería que sonara así.
-No- Intervino ella -No es eso.
-¿Entonces qué es?
-Todo y nada a la vez.
Como siempre, él no entendía de que estaba hablando así que decidió esperar pacientemente a que ella quisiera aclarar las cosas, la conocía tan bien que no tuvo que aguardar mucho tiempo.
-Cuando estuve apunto de morir en aquel accidente por mi cabeza pasaron muchas cosas. Sentí miedo, muchísimo miedo; no miedo a la muerte pues aunque me gusta vivir sé que tarde o temprano todo acabará. Sentí miedo de saber que tal vez no volveríamos a hacer el amor. Aquella idea me llenó de rabia pues nunca te dije lo mucho que amo el lunar de tu clavícula, ni lo mucho que me gusta recorrer tu columna mientras me besas, o cuanto me encanta que, en medio de un orgasmo, me pidas que te grite que te amo y al final pronuncies mi nombre con dulzura y devoción. Me dio miedo el que no supieras nunca cuánto amo sentir tu aroma al despertar y verte a mi lado, aferrándote a mi cuerpo; o ese "buenos días, princesa" que logra armar todo el puzzle de sentimientos en caos con los que amanezco. Me daba miedo que nunca supieras todo eso y hoy que la vida me ha dado otra oportunidad; no quiero dejar pasar ni un segundo más sin que lo sepas.
Karel se quedó atónito, no sabía qué decir ¿cómo explicarle que él había sentido justamente lo mismo al creer que la perdería para siempre?
No había nada que explicar, al fin y al cabo era Juliette y para ella las palabras no eran nada. Sólo pudo besarla con todas sus fuerzas; eso bastaba para que ambos lo entendieran todo
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Desde hace mucho tiempo estoy trabajando en una novela, la he dejado en el abandono mucho tiempo pero estas vacaciones he avanzado realmente bien en ella, se titula "Juliette" y no tiene mucho que ver con la historia que acaban de leer pero si tiene algo (bueno, siendo sinceros bastante) de romance. 
Sin embargo, hay veces que se me ocurren pequeños episodios de Juliette y Karel que no tienen mucho que ver con la historia, son cosas aparte que pasan entre los personajes y no le veo mucho caso a agregarlas a la historia pues a veces no tienen lugar en ella. Por eso las escribo aparte y ahora que tengo este blog las andaré publicando de vez en cuando.
En la entrada anterior olvidé aclarar que eso también es parte de otra novela, de hecho, es parte del primer capítulo, el nombre aún lo estoy decidiendo pero la verdad es que esa historia si la he tenido muy abandonada, sólo espero esforzarme un poquito más para terminar "Juliette" y ya me dedicaré más a ella.
Bueno, eso era todo lo que tenía que aclarar je, gracias por leer y comentar, aprecio mucho lo que me dicen :)


P.D: Si no tienen nada mejor que hacer les dejo otra cancioncita bonita http://www.youtube.com/watch?v=UjXS-6ZFNIo&feature=related

domingo, 15 de enero de 2012

La excepción de lo normal.



Y hoy me pregunto cómo es que no la amé antes, porqué no me topé con ella en cualquier calle, en algún parque o en cualquier lugar y le entregué el corazón en ese mismo instante. Pero tuve que dudar, y fueron justo esas dudas las que me hicieron detenerme, hoy maldigo aquellas críticas, fragmentos de estupideces que todo lo echaron a perder.
Porque pudiendo disfrutar de sus brazos y de aquella única y curiosa forma de amar, tuve que atormentarme noche tras noche negando que la quería; porque amigos míos, desde el primer instante mi corazón supo que la amaba con sólo ver mi mundo reflejado en sus ojos, pero estúpida de mi razón, prefería negarlo todo porque, no era posible que yo, un hombre centrado y "normal" (hoy aquella palabra me resulta tan estúpida) sintiera algo por aquella mujer completamente distinta a lo convencional.
¿Y qué si llora y grita de vez en cuando por un par de estupideces? Si, conoce todos los hospitales psiquiátricos de la ciudad y tiene que tomar media docena de pastillas para poder dormir. Es un poco diferente, lo sé; algunos dicen que está loca pero, seamos sinceros amigos míos ¿que persona enamorada no lo está?

miércoles, 11 de enero de 2012

Jaime

Su nombre hasta la fecha sigue siendo Jaime, ¿que qué importancia tiene eso? Que Jaime es un nombre feo y él era -es- jodidamente perfecto. ¿Que si sentí algo por él? Uy, todavía escucho ese nombre y me dan ganas de ir a golpearlo al cabrón, porque eso era, un cabrón jodidamente sensible y mira que no a cualquiera le digo eso, mucho menos a un hombre; en este mundo abundan los estúpidos pero cabrones como él bien pocos.
Para empezar, era más chico que yo y podía darse el lujo de haber logrado el triple de cosas que yo y mil veces mejor: tocaba la guitarra como los Dioses, escribía todavía mejor y le publicaban ya varias revistas, tenía muchísimos amigos, era un verdadero cinéfilo y crítico de lo más culto y sobre todo, era raro, un pinche raro como nunca conocí. De esos que no les importa para nada lo que digan los demás, que sólo se dedican a hacer lo que se les viene en gana y siempre van por ahí con una sonrisa de oreja a oreja. Así encontrarías siempre a Jaime, sonriendo con aquellos labios como de manzana perfectos, el suéter negro de siempre y una melena descuidada que en él se veía perfecta.
Jaime, el muy cabrón, además era amigo de las personas a las que yo nunca logré hablarles, unas por extrañas y otras por admirarlas demasiado; logró también ser el alumno estrella de mi profesor favorito, si ese que nunca me notó aunque me parara de cabeza y me desvelara noches enteras para presentarle los mejores trabajos, y el tipo sólo llegaba, se presentaba con esa mente crítica, amplio criterio y aquella carisma y ya, no era justo, pinche Jaime.
No podía yo irme a un lugar alejado a leer porque ahí estaba él, unas veces con su novia, que era una amiga mía, otras veces solamente platicando con sus amigos, siendo el centro de atención y maravillándolos a todos, no, definitivamente aquello no era justo. Su presencia me incomodaba de tan perfecto que me resultaba, me perturbaba e incluso llegaba a marearme ¿por qué no dejaba a los simples mortales vivir su vida normal? pero no, siempre tenía que mostrarles a todos que era superior.
Una vez busqué una forma de llamarlo y hablar de él sin que lo supiera, el primer apodo que se me ocurrió fue "el bonito" (uy, pinche original), la verdad después comencé a decírselo de cariño porque era la verdad, el niño estaba bien bonito, de esas caritas tiernas que ves en los catálogos de ropa y te dan ganas de darles un puñetazo en su bonita cara.
Sí, quedó ya claro que no me caía muy bien, pero un día todo cambió: ahí estaba sentado a unos metros míos con su novia (mi amiga), hablando; o más bien, sólo ella hablaba, él estaba pálido y su mirada era vidriosa. Minutos después ella se fue y él se quedó ahí, lloraba, sus amigos corrían a ayudarlo pero él sólo quería estar solo sin dar explicaciones, sólo se quedó largo rato ahí llorando, sin importarle que todos en ese momento estuviéramos viéndolo. Lo sentí tan frágil, tan humano, sensible, lleno de amor y con un corazón destrozado que no se daba por vencido, un corazón sincero, sin miedo pero roto. Miré aquellos ojos llenos de lágrimas y me sentí reflejada en ellos; todos lo miraban pero nadie entendía lo que en verdad pasaba: frente a ellos estaba un alma como pocas, el alma de un artista, de un hombre enamorado del amor, intenso y humano, tan libre que era capaz de amar de verdad, de crear y destruir mundos perfectos en sólo segundos; aquella alma había dejado hace ya tiempo su cuerpo para ponerse a los pies de aquella mujer y ahora regresaba, dolida más no vencida y ante todo, enamorada con un fervor inigualable; ya no solamente de aquella mujer, sino del amor y toda la felicidad, sufrimiento y destrucción que éste implicaba.
Los días siguientes él se portó como un caballero, nunca habló nada del asunto pero todos leímos aquellos poemas hermosos que le escribió que te erizaban los sentidos y enamoraban con cada letra; ellos siguieron siendo amigos, aunque en el fondo yo sé que él nunca la olvidó, lo sé porque aquella mirada que le dedicaba cuando estaban juntos era la de un hombre enamorado.
A partir de ese momento me enamoré de Jaime como nunca amé a nadie: con una admiración casi devota y absoluta. Nunca se lo dije, nunca cruzamos ni una sola palabra pero a veces, cuando yo lo leía y por casualidad lo miraba tocando la guitarra, escribiendo o dibujando, él me respondía la mirada y así nos quedábamos en silencio largo rato, mirándonos como dos cómplices, porque estoy segura que él sabía que lo entendía y era su forma de decirme que él también, sólo nos mirábamos, sin sonreír ni mostrar ningún gesto. Por eso hasta la fecha puedo decir que Jaime ha sido el único hombre que me ha hecho el amor; porque ha bastado con una mirada para que mi alma se entregara por completo a él.
Luego tomamos rumbos diferentes y nunca lo volví a ver, hace unos días supe de él, ahora sale con alguien más y al parecer, es muy parecida a él. De todo corazón deseo que ella sepa apreciar aquella alma de artista y lo haga muy feliz, tan feliz como sólo él merecer ser.
Hace mucho tiempo que no lo recordaba, al menos no tan fuerte; mi bonito, todavía lo amo pero no con ese amor de pareja o deseo, lo amo como se ama a Neruda o a Benedetti; como yo amo a Wilde y a Sabines: porque él fue el primer poeta que tuve la fortuna de conocer, de admirar y sobre todo, de sorprenderme con ese grado de sensibilidad y aquella alma tan especial. Sé que llegará lejos, que será un reconocido escritor y que algún día lo veré en los periódicos por haber recibido un premio o conmemoración muy importante; sé que algún día iré a una librería y hallaré un libro de poemas de su autoría o encontraré críticas suyas en importantes revistas y entonces diré: "Ah que mi Jaime, ¿por qué nunca te dije que eras un cabrón?"

lunes, 9 de enero de 2012

Inmóvil


Y ser por siempre esa sombra que aguarda pacientemente sin perder la esperanza y en silencio. Buscar, esperar, soñar, imaginar... creer que quizás mañana sí me amarás un poquito a mi manera: sin peros ni contras, con mucha paciencia y a gritos por ratos; con momentos espontáneos provocados por las simples ganas de amarme; despacito y con locura, con madurez y como un niño, con calidez, ternura y rabia; con un "quédate un rato más" y otro beso, de esos chuiquitos pero llenos de amor que tanto me gustan, con un abrazo que me lastime un par de vértebras pero me haga sentir tuya por siempre, tuya y segura.
Un ratito y nada más, toda la vida, como sólo tú y yo nunca supimos amarnos.
Por hoy sólo me queda asentir y decirte que todo está bien, sonreír sin que tú sepas el porqué y esperar, calladita e inmóvil, a que algún día te decidas a amarme un poco a mi manera...

Juliette Miroux